El Presidente del Gobierno se limitó a repetir un listado de propuestas que ya ha hecho públicas en otras comparecencias. Propuestas inconexas que no forman parte de plan alguno y que parecen responder a una recopilación de opiniones aparecidas en los medios de comunicación y a dar apariencia de respuesta a la alarma social generada y a su caída en las encuestas.
Hace unos días, el señor Rajoy, don Mariano, se citó con todos los españoles y sus representantes en el Congreso de los Diputados para hacer público su plan de lucha contra la corrupción. Ese mismo día, a la misma hora y lugar, también nos dio cita a los ciudadanos el flamante jefe de la oposición, el señor Sánchez, don Pedro, para que escucháramos su alternativa de lucha contra la corrupción. Otra vez, uno y otro, más de lo mismo oportunidad perdida.
El Presidente del Gobierno se limitó a repetir un listado de propuestas que ya ha hecho públicas en otras comparecencias. Propuestas inconexas que no forman parte de plan alguno y que parecen responder a una recopilación de opiniones aparecidas en los medios de comunicación y a dar apariencia de respuesta a la alarma social generada y a su caída en las encuestas.
Su aparición fue un fiel reflejo de la psicología del Presidente del Gobierno y de sus dos manos, izquierda y derecha, las señoras Santamaría y Cospedal. Altos funcionarios los tres, acostumbrados a hacer informes para asesorar a los que mandan y toman decisiones. Sin reparar en lo obvio. Quienes mandan y tienen que tomar decisiones son ellos.
Por su parte, el señor Sánchez, que es profesor contratado de una universidad privada, aplica ese perfil a su cargo de Secretario General del PSOE, olvidando que dirige el partido con más historia de los que tienen representantes en el hemiciclo del Congreso. Olvida sus más de 100 años de historia y entra en las urgencias de "contraprogramar" a Podemos en lugar de hacer un plan de reconstrucción de su partido después del "erial en que lo convirtió el zapaterismo". Eso explica que su única propuesta fuera "no pactaré con usted porque no tiene credibilidad para luchar contra la corrupción señor Rajoy". (Perdón, excepto para alegrar los oídos a la Banca. "Foro Cinco Días")
El problema es que unos días después, en el dominical XL semanal, fue Rubalcaba el que le contestó "ni el PP ni el PSOE tienen ahora credibilidad para luchar contra la corrupción". Y ahí se ha quedado el PSOE. A la espera de la próxima ocurrencia. Sin proponer alternativa alguna.
Perdida la oportunidad de un debate serio, profundo y responsable, terminaron en el "y tú más" con el que ya han convertido en costumbre aburrir a los ciudadanos en lugar de ofrecer propuestas políticas de ilusión, esperanza y con un objetivo de situación de España en la Europa y en el mundo de dentro de 10-20 años que es lo realmente importante, y para lo que les hemos "contratado".
En cuanto a las medidas concretas propuestas por el Presidente del gobierno son, también esta vez, "Marca PP-Santamaría". La Vicepresidenta dirigió la promulgación de la Ley de Transparencia que ponen como modelo de su lucha contra la corrupción: dos años de trámite en el Parlamento. De baja eficacia por no ser Ley Orgánica y no acabar con el llamado "silencio administrativo". Después de aprobada, un año para que entre en vigor, y otro año para que sea plenamente efectiva en su corto alcance ya que no afecta ni al Parlamento, ni al Consejo General del Poder Judicial, ni a las Comunidades Autónomas que tendrán que desarrollar cada uno su propia Ley de Transparencia.
Total, cuatro años para poner en marcha una ley y la necesidad de otras 20 con su legislación de desarrollo para que tengamos algo mejor que lo que tenemos ahora en cuanto a Transparencia de las administraciones. Traducido a las intenciones políticas, se anuncia a finales de 2011 y entra en vigor en su ámbito de aplicación a finales de 2015.
A ver si para entonces los ciudadanos tienen otras preocupaciones y no son muy exigentes con la opacidad del gobierno. Esta "Marca PP-Santamaría" es la que están repitiendo en la teórica lucha contra la corrupción y las "medidas de regeneración democrática". Siguiendo el esquema de las medidas publicadas en la página web del PP, tomo como muestra un botón:
"Funcionamiento de los partidos políticos". Recoge una serie de medidas de transparencia, transformada otra vez de instrumento en objetivo, sin entrar en el verdadero problema y que tiene una solución relativamente rápida de implantar.
El problema es la avaricia como motivación de los funcionarios políticos. Aplíquese la legislación vigente del Ministerio de Hacienda a los partidos políticos.
¿Por qué en el caso de las tarjetas Black de Cajamadrid el responsable es su presidente, Blesa y Rato, y en las propuestas del PP el responsable es el tesorero?
¿Por qué no el Presidente del partido o el Secretario general o la Ejecutiva en Pleno que es el equivalente al Consejo de Administración?
Respuesta: no creen en el valor de la política como servicio. No creen en la honradez. Y por ello legislan mal, tarde y a empujones de opinión pública o publicada.
¿Por qué no aplican, HOY, el criterio de suspensión de militancia y de expulsión del partido a los acusados y condenados judicialmente?
Respuesta: porque no hay convencimiento moral. Solo actuarán cuando exista una norma que les obligue. Y después de mirar cómo pueden saltarla.
¿Cuantos procesados por corrupción hay en España acusados por su propio partido? ¡¡¡Ninguno!!!
¿Que obligación de denuncia de los corruptos propios tienen los partido en la propuesta de Mariano Rajoy? ¡¡¡Ninguna!!!
Que la "Regeneración Democrática" parta de aquellos que la han Degenerado en estos 35 años de Democracia, "mala cosa, suena a coña". "Si de algo soy rico es de perplejidades y no de certezas... (J. L. Borges)"